Una mañana los animales del bosque decidieron por sufragio universal prohibir cantar a los pájaros peor dotados. De esta manera, aseguraban un grácil sonido a sus oídos.
Al cabo de unos meses dictaminaron que en reconocimiento a su talento sólo cantara el pájaro más virtuoso. Y en el bosque desde entonces sólo se oyó un bonito pero solitario canto.
Pasaron los años el y el pájaro cantor murió. El resto de aves ya había olvidado el arte de cantar. Y el que había sido un alegre bosque de acacias y robles, se convirtió en ciudad.
Jordi Busquets – 2005